diciembre 9, 2024
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Por qué el informe del USDA genera más volatilidad en el mercado de granos

Como hacía tiempo no sucedía, el mercado mundial de commodities agrícolas se encuentra afectado por una combinación de factores que genera efectos disruptivos en la producción, los flujos comerciales y los precios internacionales, cuyas consecuencias no se agotarán en la campaña que estamos transitando. A la guerra comercial entre las principales potencias del mundo y la peste porcina en China, se sumó en los últimos meses una nueva fuente de incertidumbre y volatilidad: las consecuencias de las inundaciones en el corazón productivo de Estados Unidos durante plena ventana de siembra.

Tal es la magnitud del fenómeno, que el mercado concentró como pocas veces su atención en las estimaciones que publicaba hoy el Departamento de Agricultura estadounidense (USDA) en su informe mensual de Oferta y Demanda.

Se esperaba que den una visión más acabada del daño de los excesos hídricos sobre la producción de soja y maíz de uno de los principales productores del mundo para la campaña 2019/20.

Recapitulando, durante la primavera del hemisferio norte de 2019, la Cuenca del Mississippi y las zonas aledañas recibieron precipitaciones persistentes que acumularon registros significativamente superiores a lo normal. Sus principales focos de acción afectaron a gran parte del cinturón maicero, al centro y el sur del área triguera y al Delta, donde se concentra la mayor parte del área cultivada de cereales y oleaginosas de los Estados Unidos.

Estas condiciones climáticas adversas, que guardan similitud con las grandes inundaciones registradas en 1927, 1993 y 1995, provocaron un atraso de siembra histórico y una reducción del área sembrada tanto de maíz como de soja. A la pérdida de superficie debe sumarse, además, la disminución del potencial de rendimiento de los cultivos debido al corrimiento de la ventana de siembra.

Dada la importancia de los Estados Unidos para la oferta global de granos como principal productor de soja y maíz del mundo, los posibles impactos negativos generaron un rally positivo de precios, que se vio apaciguado luego por datos que reflejaban alguna desaceleración de la demanda en ese país, tanto para exportaciones como para la producción de biocombustibles.

Si bien el USDA ya había consolidado pérdidas en la producción norteamericana y caída de los stocks, se esperaba con expectativa el nuevo informe para conocer la gravedad de la situación. Hasta el momento, desde su primera proyección publicada en el mes de mayo, había recortado 1,87 millones de hectáreas y 8,3 millones de toneladas de soja, y 0,44 Mha y 29,34 Mt de maíz.

Pero aunque mostró una situación desfavorable para la producción de soja, el informe sorprendió con un aumento en la producción esperada de maíz. El recorte de la superficie con soja superó incluso a las expectativas del mercado, resultando en una disminución en la estimación de producción de 4,5 millones de toneladas.

En maíz, en cambio, una leve reducción del área sembrada se vio más que compensada con un aumento en la expectativa de rendimiento en relación al informe previo. Por el lado de los stocks finales, disminuyó hasta 20,55 millones la previsión en soja y aumentó la de maíz hasta 55,4 millones de toneladas.

Estos cambios tuvieron una repercusión inmediata en el mercado de Chicago, que registra notables caídas en las cotizaciones de maíz.

No obstante, más allá de los efectos que tendrá este informe debido a las diferencias respecto de lo que esperaban las consultoras privadas y los números del USDA, lo cierto es que Estados Unidos se encuentra ante su producción más baja de los últimos años, rompiendo la tendencia creciente registrada desde la campaña 2012/13.

La consecuencia sobre el balance de oferta y demanda mundial es importante. A nivel global, los stocks finales se ubicarían en torno a las 101 millones de soja y 307 millones de maíz, provocando una reducción de la relación stock/consumo en relación a la campaña anterior, dando señales de un mercado más tirante.

Es importante señalar que, lejos de estar resuelta, la producción estadounidense todavía puede traernos algunas sorpresas. Con el área ya definida, la incertidumbre ahora se concentrará en los rendimientos por hectárea.

El retraso en la siembra impacta sobre el potencial y aumenta la vulnerabilidad de los cultivos exponiéndolos a posibles eventos climáticos adversos en el periodo crítico de maduración.

En ese marco, las perspectivas para agosto indican que se registrarían elevadas temperaturas que podrían afectar negativamente la polinización del maíz. Asimismo, las temperaturas podrían descender considerablemente hacia octubre, aumentando la probabilidad de heladas tempranas que podrían afectar a los lotes más tardíos.

En conclusión, estamos en presencia de un escenario de extrema volatilidad, con el clima jugando un papel protagónico. No debemos olvidar que a lo que se espera sea un mercado climático más activo de lo normal, se le suma la incertidumbre política que proviene de las decisiones que pueden tomar, o no, los principales países del mundo en el marco de la guerra comercial. En ese sentido, la toma de cobertura a través de los mercados de futuros adquiere mayor importancia, como estrategia para disminuir la exposición al riesgo precio de las empresas agropecuarias.

 

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