“El ejercicio de la fuerza es una medida excepcional legítima de la Policía”
El ministro del Interior, Euclides Acevedo, planteó los ejes que abordará para una política de seguridad multiagencial, los conceptos que se deben abordar desde los centros de formación policial, y la necesidad de cambios para que el ascenso sea producto de una labor eficiente.
–Desde su concepto de seguridad, ¿qué es lo primero que su administración va hacer para combatir la delincuencia y crimen organizado?
–Hace falta una armonía conceptual entre el Ministerio del Interior y la Policía; si no hay esa armonía, ningún plan va a tener un resultado eficiente. Por lo tanto, la concepción de política de seguridad requiere una exposición pedagógica, que no es un concepto policial, es un concepto político; por lo tanto, es un concepto civil, y eso quiere decir no solamente combatir el delito, sino conocer las causas de su existencia. Si uno conoce la causa de la delincuencia, la solución es más cercana a lo riguroso y lo científico.
–¿Requiere un análisis del comportamiento del delito?
–Lo primero que hicimos es un mapa del delito y un análisis de las causas que provocan el delito. Lo último que debe hacerse es la persecución del delincuente; lo racional es combatir las causas. Así como la función de la Policía es el orden público, el ejercicio de la fuerza es una medida excepcional legítima.
–Ese análisis obliga a dialogar con sus pares y abordar de forma multiagencial.
–Por eso decía que no era un concepto policial. El ministro del Interior es el ministro de las relaciones interiores; eso quiere decir, que yo me tengo que poner de acuerdo con el presidente de la ANDE, con el intendente municipal, con el gobernador, con el ministro de Agricultura, con el de Industria, con todos aquellos que guardan relación con la lucha contra la pobreza, porque la pobreza y la ignorancia son las causas profundas del delito.
–¿Existe déficit de agentes por habitantes, y alto porcentaje de policías que no hacen labores de la Policía?
–Solicité a Recursos Humanos de la Policía no solamente el inventario de cuántos policías tenemos, solicité el inventario de cuántos, quiénes, qué capacidad tienen, qué hacen y dónde hacen lo que hacen; es decir, le solicité la racionalización de los recursos humanos.El año que viene vamos a tener 2 mil policías más, pero lo importante no es tener cantidad de policías por habitantes. La necesidad es que los policías estén cumpliendo su labor en base a un proyecto y a un programa, y una eficiencia en el resultado.
–¿Cómo lo haría?
–La Policía es un recurso de la sociedad, no es una vigilancia, es un recurso, un representante, un servidor, y ese concepto es un problema cultural, no es un problema aritmético. ¿De qué me sirve a mi tener 50 policías por cada 100 ciudadanos si el policía es un santoró, un maleducado, y por sobre todas las cosas ignora lo que es el derecho de otro? Recursos humanos es educación, entrenamiento, gestión, evaluación, condecoración y premio, castigo y expulsión.
–Desde su experiencia en los centros de formación, ¿qué debería reformularse?
–Estuvimos hablando con los directores (de la Policía) sobre importancia de reformar la malla curricular. En primer lugar, hay que dignificar al docente, con entrenamiento, buen salario y seguridad social. Porque si queremos tener una nueva policía, no solamente tiene que ser numéricamente abundante, sino cualitativamente mejorada. Y la cualificación de la Policía no está en la Academia (oficiales) y en el Colegio (suboficiales), está en el cadete no en el comisario. Si yo quiero que el Policía tenga un cimiento académico y una musculatura moral tengo que trabajar desde su condición de cadete.
–En el Senado se había cuestionado la nómina de ascensos de los comisarios, no solo por su labor, sino por su condición física.
–Hay que reivindicar la meritocracia. No podés llegar a un grado superior por el transcurso del tiempo; tenés que llegar por sobre todas las cosas en la cualificación de tu profesión, en el transcurso del tiempo. Y estoy de acuerdo, a mí no me gustan los comisarios atallarinados. En un cuerpo bien cuidado el pensamiento está mejor organizado.
–Por otro lado, en cuanto a recursos tecnológicos, ¿qué tipos se necesitan como medidas de urgencias? Cámaras, rastreos, análisis de comportamiento…
–Todo, porque acá no es un problema de escala de prioridades. Todas son prioritarias, desde la cámara que te permite por el reconocimiento facial captar al delincuente, por la vía de la fotografía automática de la chapa captar al dueño de un vehículo. La tecnología tiene que estar al servicio de un proyecto de bienestar.
–Incluso había mencionado usted que se deberían grabar los procedimientos.
–La tecnología no es una coquetería mediática, la tecnología es un recurso para la eficiencia en cualquiera de las instituciones, y en el caso particular de la Policía y la Fiscalía. Los ejecutores de la política criminal deben tener la tecnología para la eficiencia del resultado y para la garantía jurídica del ejercicio de su labor. Porque si la tecnología no aprovechamos para que el trabajo sea cómodo y eficiente, la tecnología va ser una hija bastarda de la ciencia.
–¿Qué lectura le da la Fuerza de Tarea Conjunta, como militarización de seguridad pública, su inconstitucionalidad, o emplear militares combatan el crimen organizado?
–En primer lugar, el orden público es labor exclusiva de la Policía. En segundo lugar, cualquier operación militar o policial requiere unidad de mando; al bifurcarse y al tener dualidad de mando el fracaso está cantado. En tercer lugar, las medidas de operaciones excepcionales tienen que ser transitorias y no permanentes, como el estado de excepción.
–¿La FTC debe ser cambiada?
–Debe ser revisada y reestructurada, pero con esta visión las FFAA deben servir de apoyo logístico a la Policía cuando está rebasada por otra fuerza, pero en la lucha contra el delito común la labor es de la Policía y del Ministerio Público.Si se lo quiere emplear contra el crimen organizado, hay que estudiar la estructura de las FFAA; si yo le quiero crear un nuevo rol, tengo que cambiar su entrenamiento, porque si un militar fue entrenado para la guerra, al terminar su carrera resulta que le pongo como rol que tiene que combatir el crimen organizado, capturarlo y entregarlo al Ministerio Público, él no está entrenado para eso. Entonces, la labor policial no puede ser sustituida y mucho menos excluida.
La cualificación de la Policía está en la Academia y en el Colegio. Si yo quiero que tenga un cimiento académico y una musculatura moral, tengo que trabajar desde su condición de cadete.
El orden público es labor exclusiva de la Policía. Cualquier operación requiere unidad de mando, al bifurcarse el fracaso está cantado. Y las medidas excepcionales tienen que ser tran-sitorias, como el estado de excepción.